SOBRE MÍ
Dejé mi trabajo porque algo en mí no quería seguir. Y digo que lo dejé, porque, aunque a veces vuelvo a los puestos remunerados, ahora son puntos de apoyo que me ayudan a continuar, porque mi verdadera ocupación, es seguir para que mis sueños salgan adelante.
Voy por partes.
Mi trabajo era el de educadora infantil. Me reconcilié con él hace poco, porque, ha sido queriendo encontrar ese famoso propósito de vida, que he vuelto tantas veces a esos pequeños que llenaron mis días, y también, a mi propia infancia. Ambos tienen la mayoría de las respuestas. Y digo que me reconcilié, no porque no disfrutara de ello, sino porque es una profesión a la que, en general, se le da poco valor, y cuando te dedicas a ello durante tantos años, esa idea te va calando. Si un puesto no se considera de valor, tampoco se les da a las personas que se dedican en cuerpo y alma a él, por más cuerpo y más alma que dediquen, que os aseguro que es mucho.
Dicho esto, en un momento lo dejé porque había algo en mí que me decía que «no». Empezó diciéndolo bajito, pero poco a poco fue alzando la voz, y a mí, que me gusta el silencio, ese «no» me retumbaba en todos los rincones de mi cuerpo. No me dejaba seguir, así que me detuve. Lo que iba a hacer a partir de entonces vendría después.
El después fue que empecé a buscar dentro y fuera, no solo el motivo de mi parón, sino lo que quería decirme esa voz insistente que calló el mismo día que lo hice yo, para dejarme entonces con el anhelado silencio que de repente sonaba a abismo.
Me dejé caer en él, y solo una cosa me rescataba. Las palabras. Las palabras escritas son salvavidas, y recordé que no solo en ese momento lo eran, sino que lo habían sido siempre.
«Te gusta escribir», me dije, «ve por ahí».
Me gusta escribir, me gusta crear, me gusta la inspiración, lo inesperado, me gusta soñar. Y escucho, siempre, y con toda mi atención, a todas esas personas que de un modo u otro han alcanzado su sueño. Las escucho y no dejo de emocionarme. Siempre y sin excepción. Cuando dicen que es posible, que todos podemos, que no abandonemos. Persigo esas frases como persigo mis sueños, y de algún modo, eso me lleva a conseguirlo cada día.
¿Qué quería crear? No lo sabía, y tal vez a día de hoy sigo sin tener una idea perfectamente definida. Pero quería crear, inventar y diseñar los días a mi medida. Con pasión, con alegría, con entrega. No sabía qué podía ofrecer, pero creí que lo encontraría. Paso a paso me iría acercando a esa materialización de lo que buscaba y no sabía encuadrar ni definir.
Abrí este blog. Este blog era y es anhelo, ilusión, ganas de abrirse al mundo y estar en él. Era y es amor, emoción, agradecimiento y vida. Mucha vida. Porque, aunque suene cursi (que lo soy, y mucho), la vida me parece increíblemente maravillosa, y aquí trazo un trocito de ella. De cómo la vivo y de cómo la siento.
Es escribiendo que pinto la vida. Me gusta decorarla como si fuera mi casa. A veces hay flores que la adornan, otras, está desordenada. A días está limpia, otros, la cubre una capa de polvo, o de polen en primavera. Mi casa es como yo. A veces armonía, otras, caos. Algunos días creación, otras, enredo. A veces claridad, otras, oscuridad. Porque en la vida no todo es orden. A veces es desde el más profundo enredo que salen las palabras. Desde la pérdida que se dibuja el camino. Desde la ausencia que se crea la presencia.
Mi mano dibuja escribiendo.
Escribiendo todo se transforma, y la transformación es la base de lo que hago, de lo que siento, de lo que miro. Intento sentir lo que siente el del otro lado, porque solo es en mí que puedo transformarlo. Y de eso van las historias que escribo. De transformación, porque eso es la vida.
Al blog tenía que ponerle un nombre, y tras varias ideas y varios días, el elegido fue este: «Sal de Colores». Y fue precisamente por eso. Quería que mis historias giraran entorno a las emociones. Ellas marcan el camino, y todos tenemos heridas, traumas y situaciones que queremos transformar, y es cuando la sal toca esas heridas, que escuece, que duele, que te hace sumergirte en ellas, para una vez dentro, poder transformarlas y dejar que florezcan de mil colores distintos. Y eso también es la escritura. Sin duda, toda emoción escrita, acaba mejor que empezó.
Tal vez todavía te estés preguntando qué es lo que tengo para ofrecer, y tal vez todavía no sepa responderte.
¿Qué sé hacer? Sé mirarte(me), sé observarte(me) y ver tus(mis) detalles. Puedo intuir la emoción que te mueve, la que se rasga, la que florece. Puedo verla en ti, porque la veo en mí. En mi interior sucede lo mismo cuando conecto contigo. Cuando te miro, es a mí a quien observo para saber en qué parte de mi cuerpo impacta aquello que veo afuera. Ahí es donde puedo ver con claridad, aunque a veces se enmarañe la emoción.
Mi nombre es Silvia. Nací el 15 de septiembre de 1980 (Barcelona). Estudié Educación Infantil, para acabar licenciándome en Psicología. Quizá por eso me gusta más escuchar que hablar. En realidad, aprendí mucho antes a observar, de hecho, aprendí observando.
Me fascina lo que se mueve dentro de cada mente y de cada cuerpo. Las mil cuerdas que se entrelazan en el interior de cada uno, las formas que toman todos esos lazos, y cómo cogemos de aquí y de allá para finalmente formar la cara que mostraremos al mundo.
Sobre mí, decir que soy tímida y reservada. Que quiero ser positiva y alegre. Me gusta el deporte y cocinar sin prisa. Empiezo pronto el día, para llegar tranquila a la noche.
Me gustan las terrazas al sol, los locales cucos y recogidos, y los grupos pequeños. Sueño mientras hablo y me ilusiona lo que sueño. Suelo ir cargada de libretas bonitas, porque siempre hay algo que quiero resguardar.
Soy de costa, y cuando mi cabeza se nuble, mis piernas me llevan cerca del mar para ver el cielo abierto. Me gusta caminar por la arena en invierno, y ver a los perros correr por la orilla.
Suelo ir con vaqueros y botines, y si ando por casa en invierno, no faltan unas zapatillas de botas y pompones, a poder ser claritas. Me gusta sentarme con una taza y un libro, o una conversación, o simplemente a embobarme mirando a cualquier lugar.
Prefiero seguir a mi intuición que a mis pensamientos. Suele guiarme bien, y si no me lío por el camino, opto por fiarme de ella.
Aunque me encanta la montaña, vivo en la ciudad. Mi piso no es muy grande, pero dejo la puerta abierta por si pasas por aquí y te apetece entrar. Suele haber música y alguna vela encendida. Acostumbra a haber flores y si hace frío no falta una manta en el sofá. Es probable que huela a café, o a rooibos de vainilla, o a lo que te apetezca tomar.
Espero que estés a gusto, que te guste y que te sirva.
Gracias por pasarte por aquí. Ya sabes, cuando quieras, estás invitado.
Contacto:
Correo electrónico: saldecoloresblog@gmail.com
Instagram: @saldecoloresblog
Que historia más bonita sigue haciendo lo que te gusta y encima lo hacen muy bien a delante tu puedes ????
Gracias por estar ahí, leyendo cada historia ♥️