Puerto de montaña
Sin apenas darnos cuenta, se separaron los caminos de vida que decidimos andar. Quedamos suspendidos en el aire, unidos por una fina línea de contacto, que se redujo a cuatro palabras de ida y vuelta. Sabíamos, sí, que al otro lado seguía existiendo algo de esa amistad, pero apenas conocíamos ya, si los tiempos nos azotaban o abrazaban. Nosotros que solíamos adentrarnos en cualquier puerto de montaña, rehuyendo de autovías y carreteras convencionales, de pronto nos encontrábamos en una autopista…