Tú
A veces lloro sin saber por qué. Una emoción sin nombre palpita y deduzco que eres tú. Maravillosa y temblorosa. Ahora te veo ahí enfrente, de espaldas, con esa goma a la que le cuesta sujetar tu pelo rubio y fino que se escapa de la cola de caballo, y sólo puedo pedirte que no te gires, que no mires atrás. Sólo sal, sal y hazlo. Estoy aquí, estoy contigo.
Probablemente en algún momento sientas que pierdes el control y probablemente sientas miedo. No importa, cuando sea así míralo de frente, siéntate en él y déjate llevar de nuevo. Existes, respiras y la vida te espera. Ha dado mil vueltas a tu alrededor intentando recogerte en alguna de ellas y todavía no has subido. Date cuenta de que no va a dejar de hacerlo. No te va a dejar en tierra, en un momento o otro vas a tener que subir porque las mil opciones posibles apuntan hacia ahí.
Hazlo ahora. Este es el momento porque no hay otro. Sube. Sube y a ver dónde te lleva. No esperes, sólo da sin esperar recibir. Da todo lo que tengas, ofrece como se te ha dado y gira en sintonía con la vida. Recogerás a más gente por el camino que como tú habrán decidido subir. A cada vuelta alguien se añadirá y sino estará el asombro, estará la vida y estarás tú viviéndola. Lo pasado ya no importa, ya sólo este momento tiene sentido.
No te gires porque te están esperando. Yo estoy aquí gritando y saltando de alegría deseosa de verte subir. Con todo lo que has esperado, no vas a necesitar más de cinco minutos para empezar a brillar y no dejar de hacerlo. Durante todo este tiempo has sido sombra, pero te concibieron para ser luz, y es el momento de serlo. Estás en mi corazón y escucho tu pálpito. Nada puede cambiar eso así que no te preocupes más por mi, estoy en calma viéndote brillar.
No puede ser de otro modo, nada puede apagarte ya. Si la distancia entre nosotras se hace grande y me cuesta reconocerte, me llevaré la mano al corazón y sabré que estás ahí latiendo conmigo. Me escucharás porque estaré aplaudiéndote desde aquí y sentiré cómo lo recibes porque absolutamente nada, puede arrancarte de mi interior.
He visto gris a quien miraba porque tú dormías y eso me hacía ser gris. Pero ahora que te veo ahí subida sólo puedo ser color. Color y agradecimiento por tu paciencia infinita y también por la de la vida y sus mil vueltas hasta lograr recogerte. Por seguir viva a pesar de mi adormecimiento. Estaré aquí cuando me necesites con los brazos abiertos y la mirada feliz de pura satisfacción por verte brillar.
Yo seguiré siendo esa chica tímida y algo avergonzada por las veces que la rueda de la vida giró más bajo, pero incluso ahí sentiré paz y eso me hará sonreír entre los días que vuelva a llorar sin saber por qué. Tal vez de felicidad al verte volar libre y completa.