Ahora
No le pregunta por qué, porque si es sensata le va a tener que decir que no lo sabe. No sabe cuál es el motivo que provoca que esto se esté dando, pero lo cierto, es que es lo que ahora está sucediendo.
La mira mientras se ata los cordones de las bambas y siente que no debiera de ser, que todavía es temprano, que aún queda mucho para que se haga tarde.
Lo siente, y por más que lo hace, nada parece traerla de vuelta. Nada le quita la impresión del cuerpo de que se está distanciando. De algún modo ve que se está yendo. No hay corriente que pueda arrastrar esa sensación que le inquieta e incluso le hace creer que una parte de él se va con ella.
Siente que su cuerpo es capaz de desintegrarse con tal de poder seguirla en algo así como la estela que dejan los aviones al marchar. Como las gotas de agua que caen de las alas de cualquier ave que echa a volar.
Parece que se va, y él con ella.
Se dice que no puede aceptarlo, se enfada porque piensa que ha dejado de luchar, que tal vez ya no quiere estar aquí.
No lo sabe, ella ya no menciona palabra al respecto, pero en su desesperación por buscar un argumento que de sentido a lo que está ocurriendo, la narración ya no tiene límites. Su cabeza parece estar en medio de su creación más poderosa, creando todo tipo de pensamientos que duelen más que el hecho de aceptar que tal vez pueda marcharse.
Los últimos meses han sido intensos. Sus esfuerzos por delimitar un escenario que la retenga, la han alejado sin descanso hasta tal punto que ahora que todavía no se ha ido, está más lejos que en cualquier otro lugar.
Mientras tanto, su sensación es de que algo falla. Ella simplemente cree que algo se está apagando, algo se deshincha como ese flotador que jamás logró tomar su forma. Siente que las cuchillas de los patines se le oxidan antes de que la pista se hiele.
A cada vuelta que ha dado esta noche en la cama ha tenido que bajarse el pijama que se le sube por la espalda porque el frío no la dejaba dormir, pero tampoco sus encuentros cada vez menos espontáneos y cada vez más escuetos.
Ella aún no ha aprendido a patinar. Él cree que se va demasiado rápido y debe aprender acrobacias para alcanzarla.
Sus pensamientos son tan opuestos que podrían encontrarse. Las interpretaciones de lo que está sucediendo son tan erróneas como ahora lo son sus intentos de quedarse o marcharse.
No se están yendo ni se están quedando atrás porque los dos están aquí, evitando sentarse en la butaca para ver su propia película desde fuera. Para poder apreciar que no es más que un posible argumento entre un millar.
No han parado ni un instante como para saberse enjaulados en sus propias teorías de la realidad. Como para saber que no pasa nada por sentir lo que sienten. Que es infinitamente más sencillo que aprender a patinar o echar a volar.
Como subieron por primera vez a una bicicleta sin importarles no saber pedalear, tal vez sea momento de bajarse un instante de ella, aunque crean no saber parar.
Tal vez sentarse para comprender que lo que les distancia son sus pensamientos y no nada de lo que sucede en realidad.
Todo lo que buscan está más cerca. Todo es más ahora y más lejos de la lucha y la interpretación.