La baraja de la timidez

La baraja de la timidez

La baraja de la timidez Un caracol escondido en su caparazón.

Hablar, comunicarse, expresar lo que sentimos. Hablar es poner las cartas sobre la mesa para facilitar el entendimiento y la convivencia, pero no siempre resulta sencillo, por lo menos para ella. La baraja de la timidez todavía le resulta incómoda.

Se ha sentado con él, uno a cada lado del sofá, no sin antes cerrar las ventanas. El viento que se cuela empieza a ser frío, y no hace falta añadir frialdad a la situación, más bien al contrario. Mejor una manta que abrigue las emociones.

Ella se hace un moño despeinado, sube las piernas, las cruza en flor de loto, se pone cómoda frente a él, se siente bien.

Sabe que aparentemente no parece una jugada importante, pero eso no impide que a ella, la partida, le resulte fundamental.

Desde niña ha jugado con la baraja de la timidez. Sabe que eso afecta a sus relaciones, y que a veces, incluso la limita cuando no sabe que cartas mostrar ante los demás.

Va con ella. No puede dejarla en casa. Van juntas, de la mano, forman parte la una de la otra. Están en el mismo juego de naipes.

También ellas han tenido que sentarse y poner las cartas sobre la mesa. Ver cómo lo hacían para poder convivir en un mismo cuerpo, y ante situaciones que andan fuera de su control.

Han llegado a varios acuerdos a lo largo de los años, se van entendiendo, empiezan a llevarse mejor. Barajan y reparten a partes iguales.

Agradece que él busque la manera de hacerla partícipe del grupo, procurando hacerle un hueco para que se sienta más acogida, pero lo que él no sabe, es que a ella, eso le provoca pavor.

Se siente forzada y expuesta, y eso la bloquea hasta el punto de no verse capaz de exponer una sola carta.

Sobre el sofá, ella intenta poner forma a sus emociones, jugar con las palabras que mejor definan su sentimiento, presentarle de la forma más amable y sencilla posible, lo que sucede en ella cuando la timidez la colapsa.

Le pide espacio en esas reuniones. Sabe que cuando se siente cómoda, se relaja y empieza a expresarse. Pero requiere de más tiempo que él. Necesita hacerse familiar el entorno.

Cuando lo logra, es la más pasional en las charlas. La que si le das cuerda se deja liar. La que si le ofreces cartas, las juega todas.

Cartas sobre la mesa. La baraja de la timidez

Y en esas están ahora, uno a cada lado de la manta, jugando todas las cartas.

Ella lleva consigo la timidez. Él forma parte de la determinación.

Ella toma las decisiones más profundas, personales, intrínsecos.

Él lleva el mando en los asuntos que requieren mostrarse extrovertido de buenas a primeras.

Él llena los silencios que ella guarda, y pone palabras donde ella no llega.

Ella le guía en los detalles pequeños, y le acerca a comprender lo que otros no ven.

Tienen el juego perfecto, pero para ello, necesitan sentarse, abrigarse con la misma manta, hablar, escuchar, sentir, y empatizar con los sentimientos del otro.

Dos cartas que representan el juego perfecto. La baraja de la timidez

Con las cartas sobre la mesa, tienen la partida ganadora.

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