Un espacio de paz

Un espacio de paz

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Apareciste de forma inesperada mientras por mi cabeza circulaban autos de choque que colisionaban una y otra vez, intentando estacionar para llegar a un espacio de paz.

Estaba sentada a la sombra de un árbol, sumergida en lo más profundo de mis propios pensamientos, y no te vi llegar hasta que estuviste enfrente. Te agachaste ligeramente buscando el contacto de mi mirada que no veía más allá. Me sorprendí al verte. No esperaba a nadie por allí, era un lugar solitario que poca gente conocía. Pediste permiso para sentarte a mi lado. Me aparté para hacerte un hueco, como si no hubiera espacio en aquella explanada de campo desierto, a la que yo había llegado exhausta, mientras que a ti no parecía haberte costado el más mínimo esfuerzo.

Hablabas tan bajo que tenía que acallar mis pensamientos para poder prestarte atención. No entendía tu forma de expresarte. Tus palabras no eran complejas, pero la combinación de ellas hacía que no lograra comprenderte. Alzaba mi mirada, como para llegar a los entresijos de mi mente, a ver si por allí encontraba el significado de lo que intentabas decirme. A ver si allí se escondía un espacio de paz. Intuía mi cara de desconcierto y me giré hacia ti, por eso de que tal vez, podía captar la esencia de tus palabras a través de los gestos y la mirada.

Un-espacio-de-paz

Como si fueras un director de orquesta, intentaba seguir los movimientos de tus manos con detalle para dar con las notas correctas. Juro que no podía estar más atenta a tu expresión, me quedaba con la boca abierta ante tu capacidad de hacer sencillo lo que a mi me parecía un embrollo de palabras de magnitudes descomunales. Mis esfuerzos por integrar lo que expresabas, seguían sin captar el hilo de la sintonía.

Hablabas y hablabas. A veces subías el tono de voz emocionado por tus propias palabras que daba la impresión de que alguien te dictaba desde arriba. Por un momento desconecté para pensar que quizá tú mismo no entendías lo que decías. Le dabas la vuelta, me lo exponías desde todas las perspectivas posibles y yo no podía dejar de mirarte fijamente. Estaba completamente impresionada. No sabía de dónde habías salido, pero estabas allí como un ente venido del más allá.

Tu mirada era brillo. Brillo que parecía un imán que me arrastraba hacia él y en el que una y otra vez me quedaba embobada. De músico de orquesta, había pasado a ser un niño que mira a su madre pareciendo archivar cada detalle de cada movimiento, que después pondrá en funcionamiento con total perfección y que sorprenderá a la propia madre, que ya ni recordará haber llevado a cabo dicha acción.

Al verme cautivada por el centelleo de tus ojos, por un instante dejé de intentar seguirte en el suceso de las palabras. Ahí fue cuando algo empezó a deshacerse. El hielo tocado por el calor. La sombra del árbol que empezaba a desplazarse dejándonos bajo los sofocantes rayos del sol. La mirada que se rinde al comprender que no hay nada que comprender. De repente algo se mueve. Siento que algo se desplaza y se hincha en mi pecho como un globo, hasta estallar cuando la goma cede porque no puede contener más aire. Mi pecho no parece poder responder a tanta intensidad.

No te mueves. Sólo observas cómo mi cuerpo es sacudido como las compuertas que golpean para abrirse cuando no pueden mantener la presión. Has dejado de hablar, ya no tienen sentido tus palabras cuando la emoción parece intentar despegarse de las paredes a las que lleva amarrada tantos años. Te miro atemorizada cuando mi cuerpo y mi emoción empiezan a calmarse y con la mirada pareces decirme que sí, que es el camino, que no me asuste.

Cierro los ojos despacio y de nuevo empiezas a hablar. Te escucho con los ojos cerrados y ya no importa el significado de tus palabras. Me dejo llevar por el lugar al que me transportan más allá del entendimiento. Percibo que es exactamente el mismo lugar desde el que me hablas. Donde nuestras emociones se encuentran sin intentar comprenderse y sólo con tu gesto interior guías al mío. En pleno campo, en plena luz del sol, en pleno espacio donde todo es posible.

Flor-paz

Me rindo de intentar entenderte y me entrego a sentirte. A sentirme allá donde no pueden llegar las palabras y en cambio llegas tú sin moverte del sitio. A encontrarme contigo en un espacio de paz que nos une más allá de la comprensión.

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