Volver a empezar
El mundo está repleto de gente generosa. Seres de calidad que no se rinden, que suman y ayudan a crecer. Personas que te permiten volver a empezar lo que un día no acabó de terminar.
Ana me ha llamado para ir a merendar al salir del trabajo. Estamos iniciando un proyecto conjunto que pronto saldrá a la luz. A ella le gusta coser, entiende de telas, de costuras, de combinados. A mí me gusta dibujar, entiendo de bocetos, de colores, de pinceles.
Buscando la manera de unir nuestros dos hobbies y transformarlo en uno, hemos empezado a crear fundas de cojines, manteles y lienzos de tela, que expondremos en la tiendecita de decoración de Sandra, una amiga común.
Con nuestros cafés con leche de avena, nos dará por recordar aquellos años en que ella se esforzaba por integrarme en el grupo del instituto.
A mí no me apetecía relacionarme demasiado y sentía que invadía mi espacio, era casi una amenaza para mí, pero ella insistía. Me animaba a pasar, a salvar las distancias. Yo en cambio, me iba a un lado, como un cangrejo en la orilla del mar.
Cuanto más se acercaba, más huía yo. Así éramos, rayo de luz y cangrejo excavando agujeros en la arena, hasta encontrar el hueco perfecto que me protegiera de la claridad. Ahí me escabullí pensando que estaba a salvo, me sentía cómoda, no tenía que andar dando explicaciones.
Pero la luz llega a todos los rincones, y acabaste encontrándome de nuevo.
Además, con mi recién estrenada experiencia como cangrejo, esperaba a que la marea me proporcionara alimento, pero no llegaba. Con el hambre y la luz, me vi obligada a salir del caparazón. Primero probé a asomar la cabeza, pero finalmente acabé dejando mi hoyo atrás.
Se ve que las opciones están, pero hay que salir a buscarlas…
Podéis imaginaros a quién me encontré al salir. Allí estaba Ana, esperándome con su luz.
Como persona que jamás deja de sorprenderme, estaba decidida a volver a empezar. Me ayudó a tender la ropa y me acompañó a comprar un vestido nuevo. Trajo libros para mis estanterías, bandejas para mis jarrones y lumbre para mis velas.
Nos faltaban los cojines, los tapetes y los lienzos, y en esas estamos. Reuniendo nuestras aptitudes para crear algo mayor, atraídas por la posibilidad de acertar, orgullosas de formar parte de nuestro proyecto común.
Con la merienda y la conversación nos hemos venido arriba, hemos acabado de ordenar los bocetos que vamos a mostrar a Sandra. Sabemos que le ilusionan tanto como a nosotras, y con eso tenemos más que suficiente.
Nunca falta la gente buena que nos rodea, nos motiva y nos agranda, así que sólo nos queda caminar hacia adelante, asomarnos a la luz del sol, y ponernos manos a la obra dispuestos a volver a empezar.