Ya no
Ya no escucho a los vecinos de abajo. Ni sus cucharas picando contra las tazas para remover sus cafés con leche cargados de azúcar. No camino descalza sobre las baldosas que mantienen el calor, tocadas por el sol que brilla al otro lado de la ventana. No me encuentro contigo al salir a tender la ropa. Ni escucho las golondrinas a las seis y diez de la mañana. Ya no asusto a los gatos saliendo a correr a esa hora…