
Lo que les une

Lo que les une es exactamente igual que lo que les distancia, pero todavía les cuesta expresar lo que sienten. Aprovechan las pequeñas oportunidades para mostrar lo que no saben decir. Les lleva más tiempo y probablemente más esfuerzo. Les expone al peligro de que el otro interprete lo que, con casi total seguridad, no es lo que pretendían manifestar.
No se atreven a expresar sus sentimientos, pero cuelgan pancartas en su balcón, ponen luces sobre el sofá. Exteriorizan lo que sienten a través de su manera de vestir, de sus movimientos, de lo que hacen y lo que no hacen. Aceptan cualquier forma de declaración de los sentimientos más profundos, que no requiera de la palabra.
Creen que lo que sienten no será comprendido, y con ese miedo callan. Silencian el sentimiento, encerrando a su ser, cerrando las puertas de la comprensión.
Les aterroriza decir en voz alta aquello que les asusta, que les hace sentir indefensos o vulnerables. No les han enseñado a mostrar su soledad, su fragilidad, su pequeñez.

Se mueren de miedo ante la opción de perderse, y eso les hace sentir celos. Celos que guardan y que les provocan un sufrimiento, que en lugar de salvar ese temor, pone más distancia entre ellos.
No les llega la camisa al cuerpo, cuando piensan en la opción de que se puedan enamorar de otra persona. Sienten que los demás son mejores que ellos, pero antes de exponer su sentimiento de inferioridad, callan, aumentando la inseguridad.
No saben ya cómo mostrar que se quieren, pero les asusta el miedo a perderse. Que confían en el otro, pero les acobarda que no sea recíproco.
Quieren abrirse pero no se atreven. El miedo a mostrarse es común, y eso es lo que les une por encima de todo lo que les pueda separar.

Aunque aquello que sienten pueda sonar desproporcional, saben que los sentimientos no andan solos. Unos llevan a otros, y lo que puede ser sencillo a veces se enreda.
Lo que para uno parece una minuciosidad, para el otro puede ser lo que le arrastre a sentir alguna emoción, anclada a alguna otra, y ésta a otra a su vez. Y ahí ya deja de ser puntilloso, para ser algo mayor.
Porque sentir sienten los dos, y los caminos de las emociones no son tan distintos ni tan exclusivos de cada uno.

Así que ahora se van a sentar a hablar, porque de lo contrario, tras esta cena, uno de ellos abandonará el escenario, y sin lugar a dudas, ese sí es el mayor de los miedos de ambos.
La emoción más bien guardada y la que necesariamente hoy, debe de ser la más expuesta. En grande y en mayúsculas, para no distanciarse en un camino que les une más que les separa.
