
Perdonarse

Ya lleva el abrigo puesto y el bolso cruzado. Anda nerviosa de un lado a otro del comedor. Va de la mesa al mueble del recibidor, del recibidor a la barra de la cocina, de la barra a la mesita del tocadiscos, y una vez ahí vuelve a empezar. No encuentra las llaves de su coche. No recuerda dónde las dejó. Se va hacia la habitación, aparta la ropa tendida, y busca en el bolsillo del vaquero que vestía ayer, mientras levanta la vista y ve un papel couché que colgó en la pared a modo de pizarra. Cuando pensó en empezar a perdonarse.
Se trata de una lista de cosas pendientes y sueños distantes, que colgó en esa pared para verla cada día al despertar. Debía de ser lo primero que mirase al salir de la cama. Para que esos proyectos dejasen de ser puntitos negros planeando por el espacio, y poder arrimarse a ellos, atraerlos y acercarlos a su memoria, entre viajes en tren, tareas de trabajo, y tuppers de comida. Para que lo que quedó pendiente tuviese hoy un lugar para ser atendido.
Pasó que al martes siguiente, su mente ya había asumido que esa pizarra iba a estar ahí todos los días y dejó de verla. Simplemente cedió de llamar su atención. Como esas llaves que al llegar a casa dejó fuera de lugar, con la total convicción de que las guardaría en cuanto soltase las bolsas que cargaba.
Recuerda cómo se sintió la mañana que redactó esa lista. Los celos de colores, las telas estampadas, los rotuladores que esparció por la mesa. Los de punta fina eran los encargados de dibujar los detalles, mientras que los más gruesos, serían para rellenar el interior de las cenefas, con el difícil encargo de captar a diario su interés.
Se sintió otra. Sintió que era ese agobio que al fin sale a pasear, ese círculo que encuentra una salida, esa maraña de la que logra despuntar un hilo de donde tirar.

Salió a darse un capricho, porque como si no se lo mereciese siempre, tal primer paso hacia sus deseos, sí lo hacía.
Sacó su set de taza de té y plato del Zara Home que cuida para ocasiones especiales, porque como si no lo fuesen todas, sentía que ésta sí lo era.
Se preparó su plato predilecto, porque hoy sí se lo había ganado. Y ahí, ahí ya cayó en la cuenta…
Se preguntó cuál era el motivo por el que no se merecía todas esas cosas cualquier otro día.
Si sus días eran regalos. De esos de lazos grandes y tarjetas con palabras bonitas. De esos con flores secas y cintas blancas con topos rosas. Esos que sin más, ya casi la obligan a perdonarse porque puede abrirlos cada día.

¿Por qué no se merecía eso cualquier otro día? Si su esfuerzo era constante, si el despertador no cesaba de sonar, si el frío apretaba igual. Si se quedaron atrás sus listados de sueños porque la vida ciñó, porque no entendió, porque no conoció…
Porque las herramientas llegan cuando se pueden ver, cuando se saben utilizar. Porque cada día es merecedora de todo eso y todos los días es digna de perdonarse por igual.
Por hacer las cosas como sabía y como creía. Porque de haberlo entendido distinto, habría actuado de otro modo. Pero eso lo conoce hoy y no entonces, y lo que hoy se merece es aceptar que todo fue perfecto. Que lo que comprende es, en cada momento, la base de su manera de actuar.
Ahora dispone de más. Ahora se perdona por lo que hizo cuando sabía de menos, y no sólo hoy sino todos los días, se concederá los cuidados que sólo ella sabe que merece.
Y se disculpará, vaya si lo hará. Por haber dejado que se alejaran sus ilusiones, por haber permitido que el rebaño la arrastrara, porque de haber actuado de algún modo dañino para otros, siempre fue menor que el daño para con ella misma.
Y entre disculparse y perdonarse, recoge la ropa tendida, y se va a dar un capricho y los que crea oportunos. Porque si algo sabe hoy, es que conoce lo que está preparada para comprender en cada momento, y sin duda, hoy sabe más que ayer.

Pone la mano en el bolsillo del vaquero, tira del llavero en forma de regalo, y sale de casa sintiéndose otra de nuevo, y sin saber cuántas otras se puede llegar a sentir.
2 thoughts on “Perdonarse”
Es como si siempre hubiera una tarea pendiente, algo que hacer que impide estar tranquila y darse, eso, un capricho, un paseo con calma…sentirse bien. Pero creo que va siendo hora de hacerlo.☺
Hoy no se nos escapa el día sin concedernos ese capricho que nos merecemos! 🙂